martes, 27 de noviembre de 2012

El Silencio de tus labios

Has sido mi refugio, bajo el sol inclemente.
Has sido mi alimento, cuando fui víctima del hambre y la sed.
Has sido beso, desde antes de tocar con el silencio de tus labios a mi sedienta boca.

Mi amiga secreta, mi amante antigua y la única que me mira sin ver la apariencia.
Mi hermana de sangre y mi confidente, la exclusiva silueta que lleva tatuada nuestra mutua condena.
Tu oscuridad habita en mis secretos como el eco de un aleteo, palpitando como la vida que fluye,
desde que siglos atrás pronunciaste mi nombre.

Imagen Tomada de Internet

Mi compañera desde aquella vida pasada,
cuando cruzamos nuestras miradas en una mañana perdida en la memoria.
Mi amiga secreta, quien recorre el sendero nocturno mordiendo sus labios y escuchando al viento.
Tu inevitable sensualidad, rodeada de burbujas multicolores anida voraz en mi mente,
desde que siglos atrás fuimos dos forasteros bajo el mismo techo.

Has sido la ciencia que disipa mi desesperanza.
Has sido la sacerdotisa de la fe que agoniza en los abismos de mi mente.
Has sido todo y has sido nada, aquel paraíso prohibido a mi alma.
Has sido todo y has sido nada, aquel manjar del averno donde la pasión se vierte.

Michael David Durán

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El Único Milagro

En este espacio que habito,
soy un fragmento de tiempo que pende entre la vida y la muerte.
No hay llanto, no hay risa.
Y la esperanza se convirtió en un eco que en la distancia se apaga.

Todas las pequeñas manifestaciones de vida donde guardo mi historia,
están pulsando y su frágil energía es toda mi riqueza.
Todo lo que tengo, todo lo que soy se reduce a ese único milagro.
Mi pensamiento, mi inspiración y esa chispa de vida que entona una íntima canción.














Allá en lo más profundo de mi ser, soy la suma de muchos individuos,
soy todas esas neuronas que no tienen conciencia de si mismas,
la gran ficción que representa mi espejismo particular.

En este espacio que habito,
soy un fragmento de tiempo que pende entre la vida y la muerte.
No hay tristeza, no hay alegría.
Y la fe se convirtió en un artificio brillante que en la oscuridad desaparece.

Michael David Durán

sábado, 10 de noviembre de 2012

Muerte y Belleza

Despierto rodeado del vacío que me invade.
Y envidio la inocencia del pequeño tigre dormido que respira a mi lado.
Las cenizas se hundieron, las flores se han marchitado.
Todo lo que fui es hoy un recuerdo.
Una dama dejó de hablarme, porque no pudo comprenderme.

El verdadero amor me abandonó y se vertió mi llanto por la orilla de una playa.
Me resigno a vivir una vida que no me pertenece,
temo ser algún día una cifra y unas letras que hacen parte de la estadística que conduce a la nada.

(Lluvia de Sombrillas - 07/08/2012)

El vértigo inundó mis ojos y deseé seguir los pasos de un ángel que despertó en mi camino.
Ya no hay música y el simulacro de una sonrisa me convierte en un payaso dibujado.
Rastros de una pesadilla huracanada, se amontonan en los rincones de mi habitación.
Éste refugio era un hogar y hoy es el cubil de dos huérfanos, hijos de la Luz,
prisioneros de miedos y vanidades, de fuerzas y debilidades.

Durante largas noches evité que el rompecabezas que se va formando lentamente en mi cabeza,
tomara forma de serpiente y ahora está aquí,
reptando por mis manos que frenéticas se estremecen, invadidas por un impulso antiguo, 
aquel que padeciera algún ciego bibliotecario, perdido en un eterno laberinto.

La vida, es ese breve aliento que se agota, mientras estamos rodeados de tanta muerte y belleza.
Mi madre cerró los ojos y cayó en un profundo sueño del cual nunca regresó...
Su corazón que era tan pequeño y tan frágil, había sido muy valiente, 
se había aferrado a la vida muchas veces, lleno de amor por sus hijos.
Sin embargo, una noche se cansó de padecer el dolor y la enfermedad.
Ella puso su fe en sus oraciones y se entregó a ese vacío que sólo existe en los sueños.
Si pudiera elegir hoy mi muerte, pediría que fuera como la de ella.
Lleno de amor, lleno de fe y habitando inconscientemente los jardines de la mente. 

Michael David Durán