En un espejo de fuego se reflejan las sombras
de mi pasado,
Y se trenzan con violencia mis errores y mis
sufrimientos.
En un espejo viviente se reflejan cada verso y
cada pecado,
Y se desgarran suavemente, con sangre mis
sentimientos.
En un espejo invisible he visto mi rostro
verdadero,
Como dibujado con puntas de acero en gotas de
llanto,
Como esculpido en la niebla, como vapor
callejero:
Un débil rostro, hermoso y transparente, tan puro que provoca espanto.
Y en este peligroso mundo de fríos espejos mortales,
Me he visto en la penumbra de mis ojos
cerrados,
Como quien contempla un bosque de reflejos
espectrales,
Como quien recuerda una legión de Ángeles
olvidados.
En un espejo de plata he perdido mí vista, en
reflejos y visiones:
Manchas de oro y rayos opalinos han deslumbrado
a mis ojos.
En un espejo de lágrimas, he vislumbrado los silbidos
de las viejas canciones
Que a través de los sueños, he visto naufragar
como antiguos despojos.
Fotografía tomada de Internet
Y todo ha sido un espejo triste de mi locura:
cada sombra y cada reflejo,
Cada palabra escrita, cada pensamiento dibujado
y cada eco marchito…
He sido en las calles perdidas y los abismos
sepultados un simple reflejo:
Un reflejo del tiempo, un reflejo de la lluvia,
un triste reflejo del infinito.
He sido el reflejo de ese hombre que me ve y de
esa mujer que me mira,
He sido el reflejo de la angustia de mis ancestros
y de su agonía,
He sido el reflejo del océano que muere y del
niño desahuciado que delira,
He sido en este insoportable mundo de espejos
el reflejo de la poesía.
Y todo ha sido un vano reflejo de la frágil
eternidad en la corta vida:
Mariposas peregrinas, árboles inclinados y
complejos versos.
Estas manos que se han reflejado en tantas
manos: el temor a la muerte y la huida,
Todo es un delicado reflejo de Dios, porque
somos su reflejo: ¡hombres y universos!
Michael David Durán