Arranco espinas de mi piel,
Y se escurre un frío vinagre, goteando por mis
mejillas.
Esta canción inaudible debe morir en el papel,
Mientras caen del cielo mudas estrellas amarillas.
Un dolor incomprensible me hizo retorcer,
Y el polvo del tiempo me sepultó en el vacío de la
tarde...
Desearía abrir los ojos y ver a tu lado el
amanecer,
Desearía ser en tu pecho un secreto que palpita y
arde.
Las calles vacías ya no me deleitan silenciosas,
y los números pasan fatales como una procesión de
seres fantasmales...
Me hundo en la noche. Ya no hay perfumes ni rosas,
Pero tu voz me ha salvado de mis delirios abismales.