sábado, 10 de noviembre de 2012

Muerte y Belleza

Despierto rodeado del vacío que me invade.
Y envidio la inocencia del pequeño tigre dormido que respira a mi lado.
Las cenizas se hundieron, las flores se han marchitado.
Todo lo que fui es hoy un recuerdo.
Una dama dejó de hablarme, porque no pudo comprenderme.

El verdadero amor me abandonó y se vertió mi llanto por la orilla de una playa.
Me resigno a vivir una vida que no me pertenece,
temo ser algún día una cifra y unas letras que hacen parte de la estadística que conduce a la nada.

(Lluvia de Sombrillas - 07/08/2012)

El vértigo inundó mis ojos y deseé seguir los pasos de un ángel que despertó en mi camino.
Ya no hay música y el simulacro de una sonrisa me convierte en un payaso dibujado.
Rastros de una pesadilla huracanada, se amontonan en los rincones de mi habitación.
Éste refugio era un hogar y hoy es el cubil de dos huérfanos, hijos de la Luz,
prisioneros de miedos y vanidades, de fuerzas y debilidades.

Durante largas noches evité que el rompecabezas que se va formando lentamente en mi cabeza,
tomara forma de serpiente y ahora está aquí,
reptando por mis manos que frenéticas se estremecen, invadidas por un impulso antiguo, 
aquel que padeciera algún ciego bibliotecario, perdido en un eterno laberinto.

La vida, es ese breve aliento que se agota, mientras estamos rodeados de tanta muerte y belleza.
Mi madre cerró los ojos y cayó en un profundo sueño del cual nunca regresó...
Su corazón que era tan pequeño y tan frágil, había sido muy valiente, 
se había aferrado a la vida muchas veces, lleno de amor por sus hijos.
Sin embargo, una noche se cansó de padecer el dolor y la enfermedad.
Ella puso su fe en sus oraciones y se entregó a ese vacío que sólo existe en los sueños.
Si pudiera elegir hoy mi muerte, pediría que fuera como la de ella.
Lleno de amor, lleno de fe y habitando inconscientemente los jardines de la mente. 

Michael David Durán