martes, 17 de enero de 2012

Envejecer

Este es el eco de mis pasos,
mi voz cansada que emite gemidos y canciones donde se oculta el sol.
El sonido apagado de la soledad que resuena en las calles vacías
mientras los amantes dibujan senderos románticos por parques y alamedas.

Mis pasos marcan el asfalto y mis manos hieren las paredes 
llegaré a mi refugio para alimentar a las arañas
y los seres fantásticos que custodian mi habitación.

Este es el eco de mis pensamientos,
mi pasado imborrable, mi futuro inexistente
y mi presente que se extingue cuando lo intento abrazar.

Pero mis pasos, mi voz y mis pensamientos
han caído en el abismo del olvido,
e incluso yo mismo me he olvidado de mi propio nombre
y de la secreta misión que me fue encomendada desde antes de nacer

En algún lugar del universo un hada murmura mi verdadero nombre,
ella cabalga una libélula y comanda una legión de ángeles arrepentidos.
Ella suspira, sueña y exhibe sus alas
y en sus pupilas, tesoros de miel resplandecen cada atardecer.
Ella es madre, es hija, es ángel y diosa.
En ella, manantiales de magia suelen nacer.

Mi único afán en los palacios de la noche
es caminar a lo largo de los años mirando sus ojos.
Mi único deseo es encontrar mi destino en las lineas de sus manos,
anidando cada noche en la alquimia de sus besos
y a su lado, dulcemente envejecer.


Una pareja de ancianos pasea por un parque 
Foto El Mundo.es