Tu cabello ahora es verde y en el habitan fábulas de otros labios,
tus labios, ya no besan los míos y has tatuado en tu piel un abismo de silencio.
Usaste mis lágrimas para limpiar las ventanas y los pisos,
el eco de mi voz se convirtió en otro aullido para evitar en la noche.
Plumas y restos de nidos vacíos son testimonio del holocausto,
tu mirada ya no se refleja en mis ojos.
Alguna vez supliqué a la tormenta detenerse,
sólo para sentir tu perfume y caminar contigo al anochecer.
Pero hoy, no quisiera despertar al amanecer.
Michael David Durán
Fotografía tomada de Internet