martes, 20 de octubre de 2009

Desolación



La sombra de mi mano se extiende y te alcanza,
la sombra de mi mano se extiende y te alcanza,
la sombra de mi mano se extiende y te alcanza.

Aunque no comprendas mi maldición,
mis manos y mis ojos sufren, mi alma sufre.

Te has convertido en la palabra impronunciable,
el recuerdo inevitable y el lugar prohibido.

Sigo caminando solo, igual que aquella noche
cuando conjuraste millones de tormentas y tempestades.
Sigo cantando solo, a medianoche, aquella canción oscura que no conoce tu nombre, tu nombre que no olvido...

M. David Durán